Para fines prácticos analicemos en primer lugar el trasfondo de la ciencia, tras el uso del ya mencionado aditivo y es que, dicho uso no es simplemente a discrecionalidad de los propietarios de los motores que funcionan a diésel, dado que, su uso está regulado normativamente, puesto que limita expresamente las emisiones contaminantes permitidas para los motores, especialmente en lo que a partículas sólidas y gases NOx se refiere.

Aunque hay mecánicas que logran cumplir esta norma sin recurrir a este tipo de sistemas de depuración de los gases, otros no tan modernos o con dicha tecnología requieren de la coadyuvancia del Adblue o aditivo azul, para así dar cumplimiento a las nuevas y emergentes regulaciones, por lo que dichos motores deben ajustarse a lo requerido.

Ahora bien, los motores diésel generan menos cantidad de residuos dañinos y CO2, pero, cuentan con dos contaminantes, los cuales son altamente peligrosos para el organismo de los seres humanos, las cuales deben ser reducidas en la medida de lo posible y ellos son: los óxidos de nitrógeno (NOx) y los benzopirenos presentes en la ceniza que genera la combustión del gasóleo.

Los benzopirenos son partículas sólidas que se adhieren a los tejidos del sistema respiratorio y son altamente cancerígenas, de ahí que se haya hecho obligatorio el instalar filtros antipartículas en los diéseles para atraparlas de forma completamente mecánica, instalando un tamiz en el tubo de escape de los vehículos.